Sin ninguna duda, uno de los mayores atractivos de Zuheros es el pueblo en sí. Declarado Bien de Interés Cultural, Zuheros conserva todo el encanto de épocas pasadas a través de sus callejas y rincones, rodeados de casas encaladas. Pasear por el laberinto que componen sus placitas, adarves y callejones se hace indispensable. Lo atraviesan tan sólo un puñado de calles quebradas y sinuosas que avanzan hasta el balcón del castillo y los miradores de la Villa, de las Escominillas y del Bailón, con fantásticas vistas sobre el desfiladero y la campiña.

Inexcusable es también el ascenso a la cueva de los Murciélagos; asombran las panorámicas que deparan la carretera, el mirador natural de la Atalaya y la plataforma que antecede a la caverna.